149) LEY DE LA ATRACCION - Revelación de Jesucristo (Parte 3)

Nota del autor: Este artículo debido a su extensión fue dividido en cinco partes, a ser publicados uno semanalmente. A continuación la Parte 3:

 

La información a que hice referencia al final del anterior artículo, es la consideración en culturas antiguas de asociar a la vulva de la mujer como una “herida abierta”.

 

Como en ese momento no le di importancia a esa información no guardé la página; sin embargo en el siguiente enlace (dentro del mismo en el subtitulo Consideraciones culturales), encontrarán una información semejante:

 

Fuente consultada: http://es.wikipedia.org/wiki/Menstruaci%C3%B3n

 

Y digo “semejante”, porque en esta última página habla de que la vulva era considerada como una “herida”; es decir no cita como la primera vez que lo leí, como una “herida abierta”, frase que me facilitó el entendimiento de la interpretación del versículo que trascribiré a continuación.

 

NOTA AL MARGEN: He querido buscar más información de qué culturas específicamente tenían esta consideración, para ver si ello me permitía encontrar alguna pista más; sin embargo no la hallé ni tengo tiempo por ahora para hacerlo; así que si alguien de ustedes se interesa en encontrar esa información y lo logra, hágamelo saber por favor, citándome las fuentes de información, gracias. 

 

Según el evangelio de San Juan, 19, 34:

 

34- sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.

 

En otras palabras, al ir interpretando el 1º capítulo del Apocalipsis, fui relacionando otros versículos e información que había leído y me permitió llegar a la siguiente conclusión:

 

El versículo 34 es una simbología (a la par de un relato histórico) para representar a la vulva de la mujer (la herida abierta); de tal manera de explicarnos con ese hecho (la lanza que perfora el costado de Jesús) el ciclo continuo de muerte y resurrección en cada uno de nosotros.

 

Recuerden que ese ciclo constante de reencarnaciones lo empecé a citar en el artículo titulado “Nº 145 - La mujer y el dragón (Parte 3)”.

 

Entonces la lanza representa al órgano sexual del hombre y la herida a la vulva de la mujer; mientras que la secuencia “sangre y agua” no es otra cosa que lo que sucede cada vez que el óvulo no es fecundado, o lo contrario cuando sí es fecundado.

 

Y a tal efecto les trascribo también lo que se dice en 1 Pedro 2:24:

 

24-quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

 

Vean cómo aclara que nosotros fuimos salvados no por la muerte de Cristo, sino por su herida (a través de la cual nacemos).

 

Lo que quiero decir en definitiva es que, “la sangre” representa el derrame del óvulo no utilizado (la muerte de Cristo); mientras que “el agua” es la representación del líquido amniótico que se escurre (rotura de la bolsa) en el momento previo al nacimiento de un bebé (el nacimiento de Cristo).

 

Ahora en relación a esto último les vuelvo a trascribir el versículo 7:

 

7- Miren, viene entre nubes; lo verán todos, incluso los que lo traspasaron, y llorarán por su muerte todas las naciones de la tierra. Sí, así será. 

 

Presten atención con la frase que todavía no les había interpretado de este versículo:

 

“lo verán todos, incluso los que lo traspasaron”

 

Con ello se nos está diciendo que el sangrado de la menstruación en primera instancia y el nacimiento eventualmente que cada mujer llegue a tener de su hijo, no sólo lo verá cada mujer que esté indispuesta o pariendo, sino también los hombres (incluso los que lo traspasaron); ya que el hombre por su acción o inacción es responsable junto a la mujer, de que se produzca la menstruación o su opuesto, el nacimiento de un nuevo ser.

 

Y ahora les transcribiré las hipótesis que había dejado planteadas en el artículo titulado “Nº 139 - Los doscientos millones de soldados (Parte 10)”, para dar sus explicaciones en relación a estas nuevas interpretaciones concretadas:

 

HIPOTESIS SOBRE EL PECADO

 

HIPOTESIS 1º: Los curas tienen razón cuando dicen que tener relaciones sexuales con preservativos, es pecado.

 

HIPOTESIS 2º: Los curas se quedaron cortos con dicha aseveración, en realidad el pecado es mucho más amplio.

 

HIPOTESIS 3º: Los hombres y mujeres que al tener relaciones evitando que el óvulo quede fecundado, están permitiendo que se produzca el pecado; pero ello no quiere decir que esas personas involucradas sean pecadoras; ya que esto es parte del “Plan de Dios”.

 

La hipótesis segunda es la que prevalece sobre la primera, porque el pecado a diferencia de lo que nos decían, es más amplio; veamos:

 

Cada óvulo trae una parte viva de Cristo; toda vez que el óvulo no es fecundado Cristo reedita su muerte y dolor.

 

Por contrapartida, cada vez que el óvulo fecundado llega a su crecimiento total y nacimiento del nuevo ser, Cristo vuelve a nacer en cada uno de nosotros y cada mujer que va a dar a luz siente el dolor que sintió Cristo al morir (el dolor en el parto natural).

 

Hasta aquí podríamos decir que lo dicho se relaciona con la hipótesis primera, sin embargo les demostraré a continuación cómo ese pecado se extiende:

 

El pecado no pasa necesariamente por tener relaciones sexuales con o sin preservativos, sino en la muerte misma del óvulo (la muerte de Cristo); y esto sucede independientemente del uso de cualquier anticonceptivo. Para que entiendan a dónde quiero llegar les enumeraré dos ejemplos:

 

1º) Una pareja que busca quedar embarazada y no lo logra y por consecuencia la mujer tiene a continuación una menstruación. 

 

Aquí vemos que no sólo que no se utilizó ningún anticonceptivo, sino que el objetivo era fecundar el óvulo; sin embargo por problemas de fertilidad tanto en la mujer y/o en el hombre, por problemas de estrés o por cualquier otro inconveniente fisiológico de cualquier integrante de esa pareja, no se consiguió la fecundación de ese óvulo.

 

Por lo tanto aquí (aunque no haya sido la intención) se produjo el pecado (la muerte de Cristo).

 

2º) Toda mujer cada vez que tiene una menstruación está provocando sin quererlo, el pecado que implica la muerte de Cristo (la no fecundación del óvulo); y esto sucede obviamente desde que la mujer pasa por su primer menstruación.

 

O sea, para que una mujer no produzca pecado, debería quedar embarazada desde los 10 años (edad aproximada en que una mujer llega a la maduración sexual) y así sucesivamente después de cada nacimiento que tuviera; teniendo no menos de 40 hijos hasta el momento en que dejará de ovular.

 

Obviamente que lo anterior es ridículo por donde se lo mire (tanto desde la edad en que debería empezar a quedar embarazada, como por la cantidad de hijos a tener), pero con ello quiero demostrar la hipótesis tercera.

 

El pecado existe (la muerte de Cristo toda vez que el óvulo no es fecundado), pero ello es parte del “Plan de Dios”.

 

Sobre el Plan de Dios ya hablé en el artículo titulado “Nº 141 - El juicio de Babilonia (Parte 2)” que pertenece al capítulo 17 del Apocalipsis, donde en el versículo 17 dice lo siguiente:

 

17- Porque Dios se vale de ellos para ejecutar su plan, y les ha inspirado la misma intención de poner sus fuerzas al servicio de la bestia hasta que se cumplan las palabras de Dios.

 

Es decir, vuelvo a reiterar, Dios se vale primero del pecado para que después el bien crezca en su plenitud; por ello tanto la mujer como el hombre no son pecadores por no conseguir siempre la fecundación del óvulo, simplemente son la herramienta para que el pecado primero y el bien después, se desarrollen.

 

Por ello en los pueblos antiguos (vuelvo a citar el enlace indicado al principio de este artículo como fuente de consulta), consideraban a la mujer durante el período de menstruación, como a una “mujer sucia o impura”.

 

En dicha fuente de consulta, citan ejemplos de los egipcios, hebreos, de la China antigua y del Antiguo Testamento.

 

Ahora analicemos ello: 

 

Desde nuestro punto de vista occidental y contemporáneo, podríamos llegar a decir que en la antigüedad, la menstruación en la mujer era sinónimo de suciedad (no existían las toallas higiénicas absorbentes de la actualidad).

 

En esa época una mujer en la etapa de la menstruación seguramente mancharía su ropa. Sin embargo si por suciedad se trata, habría también muchos hombres que por no bañarse en días, deberían ser más sucios que esas mujeres.

 

Con lo anterior quise dejar expresado (y aquí no tiene nada que ver la sociedad machista de esa época), que el tema no pasa por “la suciedad”, sino por la “impureza”.

 

Cuando estudiamos esta palabra en sí misma, la respuesta sale sola. A la mujer durante la etapa de menstruación se la consideraba “impura”, porque estaba dejando morir a Cristo (el óvulo); mientras que cuando no ocurría esto, mantenía su “pureza”.

 

Nota del autor: Este artículo por su extensión continuará la próxima semana.............

 

Apocalipsis, 1,3:

 

3- Feliz el que lea estas palabras proféticas y felices quienes las escuchen y hagan caso de este mensaje, porque el tiempo está cerca.

 

A partir de ahora y de aquí en adelante la verdad de la “Palabra” empieza a develarse, el que quiera entender que entienda.

 

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.

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