123) LEY DE LA ATRACCION - El río de la vida

Siguiendo con las interpretaciones que voy realizando de la Biblia y últimamente respecto a los versículos que hablan o describen simbólicamente partes del cuerpo humano (ya que el mismo es el Templo de Dios); es que a continuación transcribo primero, para después dar mi interpretación, El capítulo 22 (con los versículos del 1 al 5) del Apocalipsis:

 

1- Después el ángel me mostró el río de agua de la vida, transparente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero.

2- En medio de la ciudad, a uno y otro lado del río, hay árboles de la vida, que dan fruto doce veces, una vez cada mes, y sus hojas sirven de medicina para las naciones.

3- No habrá ya maldición alguna; el trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus servidores le rendirán culto.

4- Verán su rostro y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá noche.

5- No necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque Dios mismo será su luz, y reinarán por los siglos para siempre.

 

En la Biblia se denomina “el río de agua de la vida”, al líquido  cefalorraquídeo que circula por la médula espinal; a tal efecto transcribo la definición y funciones del mismo, según el siguiente enlace perteneciente a Wikipedia:

 

Fuente consultada: 

http://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%ADquido_cefalorraqu%C3%ADdeo

 

“Líquido cefalorraquídeo

De Wikipedia, la enciclopedia libre

 

El líquido cefalorraquídeo, conocido como LCR, es un líquido de color transparente, que baña el encéfalo y la médula espinal. Circula por el espacio subaracnoideo, los ventrículos cerebrales y el canal medular central sumando un volumen entre 100 y 150 ml, en condiciones normales.

 

Función del LCR

 

El líquido cefalorraquídeo tiene 3 funciones vitales muy importantes:

 

1. Mantener flotante el encéfalo, actuando como colchón o amortiguador, dentro de la sólida bóveda craneal. Por lo tanto, un golpe en la cabeza moviliza en forma simultánea todo el encéfalo, lo que hace que ninguna porción de éste sea contorsionada momentáneamente por el golpe.

2. Sirve de vehículo para transportar los nutrientes al cerebro y eliminar los desechos.

3. Fluir entre el cráneo y la médula espinal para compensar los cambios en el volumen de sangre intracraneal (la cantidad de sangre dentro del cerebro), manteniendo una presión constante.”

 

El trono de Dios y del Cordero es el cuerpo humano (ya hablé de ello en el artículo titulado “Nº 119 - El Templo Sagrado”).

 

Otra forma de hablar del cuerpo humano, es cuando se refiere al mismo como “la ciudad”. Así cuando dice, “En medio de la ciudad, a uno y otro lado del río, hay árboles de la vida”, está describiendo que en medio del hombre, a uno y otro lado de la médula espinal, se encuentran el hemisferio izquierdo y derecho del cerebro (Ver el artículo titulado, “Nº 118 - El jardín del Edén - Parte 2”).

 

Y cuando en ese mismo versículo 2, dice: “dan fruto doce veces, una vez cada mes, y sus hojas sirven de medicina para las naciones”, se refiere a los óvulos de la  mujer.

 

Respecto a qué llama como “hojas”, por ahora no puedo dar una interpretación firme, pero podrían ser tal vez las neuronas.

 

Con lo anterior no estoy dando obviamente una definición fisiológica, ya que los óvulos no descienden del cerebro; sin embargo desde un punto de vista teológico, es razonable entender que “esa chispa de vida”, sí baje del cerebro por la médula espinal, hasta ubicarse en los óvulos recién formados. 

 

Y para terminar con este versículo, “naciones” se hace llamar a todos los seres humanos.

 

Luego el versículo 3 dice: “No habrá ya maldición alguna; el trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus servidores le rendirán culto”. Con esto se está haciendo mención que ya no vencerán los pensamientos negativos al hombre, porque Dios y Cristo están en nosotros.

 

Mientras que sus servidores son los pensamientos positivos, que en la Biblia se los llama ángeles leales (ya de ello he hablado en varios artículos).

 

Después tenemos el versículo 4: “Verán su rostro y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá noche.” Aquí se nos está diciendo que veremos su rostro en nosotros mismos. Y su nombre “YO SOY” (es cómo se hizo llamar Dios, cuando se le apareció a Moisés), es la manera de transmitirnos que nosotros somos Él.

 

Luego al decir que ya no habrá noche, es el reconocimiento que obtenemos de nosotros mismos de saber que somos el Trono de Dios y por lo tanto el desánimo ya no puede ser más el centro de nuestro existir.

 

Y el versículo 5: “No necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque Dios mismo será su luz, y reinarán por los siglos para siempre.” Es el complemento del anterior versículo, donde sabiendo que todo depende de nosotros, debemos a partir de ese reconocimiento proponernos las metas que deseemos, poniéndonos en acción constante y creyendo siempre en que tenemos las fuerzas para lograrlo.

 

A partir de ahora y de aquí en adelante la verdad de la “Palabra” empieza a develarse, el que quiera entender que entienda.

 

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.

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