116) LEY DE LA ATRACCION - Pensando en seguro

El título lo definí haciendo un juego de palabras con la situación que comenzaré a relatarles.

 

El 19 de agosto de 2011 fui a mí compañía de seguro, a dar de baja una de las pólizas que tengo con dicha compañía (la razón no tiene ninguna relevancia ni relación con el tema que voy a tratar).

 

Cuando me presenté ante “la chica” que me atendió, (yo le traje una nota por duplicado para entregar mi solicitud y que me quedara un comprobante de mi pedido), se negaba a recibirme la nota, diciendo que eso lo debía hacer el productor de seguros (es el intermediario con que uno trata y quien decide junto a uno, en que compañía contratamos la póliza).

 

Cuando me respondió ello (negarse a recibir la baja), interiormente yo estaba que explotaba, aunque por fuera siempre mantuve el respeto, tono de voz bajo y la altura ante quien no me estaba atendiendo correctamente.

 

Yo le decía: ¡cómo que no me podes tomar la baja!. Primero que mi productor dejo de trabajar en seguros y se fue a otra ciudad y segundo que yo soy el cliente y mi decisión obliga más que la de quien me representa transitoriamente (hasta que yo mismo lo quiera).

 

Concluyendo: Luego de un llamado telefónico a un superior, me terminó aceptando la solicitud de baja.

 

En realidad todo lo que conté hasta aquí no tiene ninguna importancia en sí, sino lo que este cambio de palabras produjo en mi mente. Veamos:

 

Esa “calentura” interior, hizo que me nacieran pensamientos negativos sobre esa empleada: “Esta mina es una pedazo de idiota, incompetente, etc, etc, etc.”

 

Es decir yo me fui ese día con dichos pensamientos negativos, que se incrementarían posteriormente sobre esa misma “chica”, varios días después. A tal efecto sigo con la historia:

 

Unos 20 días después (el 12/9/11) se me ocurre llamar a la casa central de esta compañía y me encuentro que la baja solicitada por mí, todavía no había sido realizada. Telefónicamente me indican que vuelva a la sucursal a reiterar el pedido y así solucionarían el olvido, haciendo retroactiva la baja a la fecha inicial de la solicitud.

 

Pero antes de ir al día siguiente (13/9/11) a la sucursal de Mar del Plata; en ese momento que constaté que la baja no había sido realizada, los pensamientos negativos sobre “esa chica” me invadieron nuevamente, incrementándose a los ya creados el 18/08/11.

 

Ahí fue que me dije: Tengo que cambiar esos pensamientos negativos por sus opuestos positivos; y entre otras afirmaciones me dije:

 

*Cuando vaya a la compañía todo se va a solucionar.

*Esa chica con su acción en realidad me está ayudando, porque me da la posibilidad de tener pensamientos negativos, así yo después los cambio por pensamientos positivos y esto me va a beneficiar.

 

Cuando efectivamente estuve frente a “esta chica” (para colmo en ese momento no encontraba la copia de la baja, después que todo se solucionó, la encontré), le comenté que la baja todavía no había sido hecha. Entonces ella me respondió, que pasará tres días después para darle tiempo a reclamar a la casa central la baja. Este último relato sucedió cerca del mediodía.

 

Luego esa misma tarde aparecería por mi oficina una persona, para pagarme los honorarios que me había quedado debiendo por un trabajo realizado con anterioridad. Dinero que yo no tenía muchas esperanzas de que lo fuera a recibir en algún momento.

 

Cuando esto ocurrió, me di cuenta de inmediato que esa era “una coincidencia”. Ahora analicemos esto último:

 

El día que cambié mis pensamientos negativos sobre esta chica, por su opuesto positivo, vino hacia mí un dinero (no mucho), pero dinero al fin. Y a los tres días siguientes como me había dicho, la baja de la póliza ahora sí había sido realizada.

 

Es decir, con esa actitud positiva de cambiar mis pensamientos, vino a mí algo de dinero. Y luego se solucionó el problema propiamente dicho, de la forma en que me había ocurrido otras veces (diciéndome que todo iba a salir bien).

 

Ahora yo me pregunto: ¿Cómo influye, cuándo y de qué manera los cambios que realizamos durante todo el día, de parte o del total de los pensamientos negativos que tenemos, por sus opuestos positivos?

 

En otro artículo expliqué que he logrado comprobar que parte del proceso final del cumplimiento de nuestros deseos solicitados, se logra cambiando una serie consecutiva e igual de tres pensamientos negativos de miedo (Ver el artículo titulado “Nº 105 - Percibiendo la llegada”).

 

Sin embargo, todavía no sé qué tenemos que hacer previamente, para que el Ego nos envíe esa serie de pensamientos específicos (en tipo y en cantidad).

 

Ante esta última historia relatada por mí, yo me pregunto qué sucedería si durante un “solo día” me propongo (y ustedes también, porque no) cambiar todos los pensamientos negativos que me vengan a la mente por sus opuestos positivos, independientemente de quién es el causante de ellos.

 

Ya he dicho antes que el secreto de todo está en cambiar los pensamientos negativos por positivos, porque la Biblia lo dice pero simbólicamente: “Debes amar a tus enemigos como a ti mismo”

 

Hacerlo parcialmente durante algún instante del día, todos lo hemos hecho en algún momento, pero hacerlo continuamente no es tan fácil. El Ego tratará de hacernos tropezar continuamente; ya sea por lo que dice, dejar de decir, por lo que hace o deja de hacer, un familiar, un vecino, lo que dice el locutor por la radio, por el imbécil que nos tira el auto encima en la calle, etc, etc, etc.

 

Esto último me hizo recordar una película de Jim Carrey, donde éste tiene el papel de un abogado, que por una promesa a su hijo no puede decir a nadie la palabra “NO”, durante todo un día.

 

Si bien como dije, no es nada fácil cambiar todos los pensamientos negativos que tenemos durante el día. Los científicos dicen que tenemos aproximadamente 50.000 pensamientos por día y la mayoría son negativos.

 

A diferencia de lo que nos decíamos cada uno de nosotros antes, lo importante no es evitar los pensamientos negativos, sino enfrentarlos y aceptarlos, para después cambiarlos para bien (amar a tú enemigo).

 

Pero si nos proponemos dicha meta como un objetivo experimental; tal vez, esos insultos, incomodidades y molestias que recibimos durante ese día en particular, si sabemos usufructuarlos en provecho propio, haciendo que los pensamientos negativos que estos generen se cambien en nuestra mente por nuestra decisión, por sus opuestos positivos, podremos recibir en recompensa consecuencias positivas.

 

Pero lo anterior no lo sabremos hasta hacer la prueba. Yo todavía no sé cuándo lo intentaré y ¿ustedes?.

 

A partir de ahora y de aquí en adelante la verdad de la “Palabra” empieza a develarse, el que quiera entender que entienda.

 

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.

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