107) LEY DE LA ATRACCION - Percibiendo la llegada (Parte 3)

Nota del autor: Este artículo debido a su extensión fue dividido en tres partes, a ser publicados uno semanalmente. A continuación la Parte 3:

 

Era el domingo 26 de junio de 2011 cerca del mediodía, mis hijos jugaban en el cuarto, mientras mi esposa se estaba dando una ducha, yo en cambio como la mayoría de las mañanas de los domingos, estaba en la cocina leyendo la Biblia para ver si podía descubrir alguna información nueva.

 

Previamente mi esposa había dejado la radio prendida (siempre escucha a esa hora el programa “Radio Caninos, de Carlos Guiridlian”, donde hablan sobre perros; siendo su conductor además, el mejor adiestrador de Mar del Plata).

 

Y ese día en particular mi esposa iba a escuchar la radio con mayor interés que otros días, porque habían dicho el domingo anterior, que para este día sortearían un cachorro entre los oyentes participantes. (Desde que tuvimos que regalar a Aika, ver los artículos titulados Nº 63-“¡Gracias Aika!” y Nº 92-“La aceptación”; el deseo de toda nuestra familia era el de conseguir otro perro de raza y obtenerlo en forma gratuita).

 

Si bien mi señora me lo había comentado, yo (los hombres decimos sí a lo que nos dicen las mujeres, pero en realidad no prestamos la debida atención a lo que nos expresan), ni me acordé de la importancia que tenía el escuchar el programa ese día y a los pocos minutos (como estaba leyendo la Biblia) apagué la radio (debe haber estado apagada más de diez minutos).

 

Cuando mi esposa regresa a la cocina a dejar la toalla, ve la radio apagada y me dice: “¡Así no nos vamos a ganar el perro!” y se va nuevamente al baño a secarse el cabello.

 

Yo me dije: “Uyyy!!!, me olvidé” y cuando ella ya se había retirado, fui nuevamente ante la radio y la prendí. Y a continuación se produciría la segunda coincidencia reconocida (luego aclararé cuál es la primera):

 

En el preciso instante en que prendo la radio, el locutor decía (además del número telefónico de la radio), que a continuación entregarían el perro (un cachorro schnauzer) a quien primero respondiese correctamente la siguiente pregunta:

 

¿Qué personalidad de la historia argentina había tenido dos perros, que además había escrito sobre San Martín y su rostro formaba parte de uno de los billetes del Peso Argentino en circulación?”

 

Los billetes argentinos se componen de 6 denominaciones de 2, 5, 10, 20, 50 y 100 pesos, aunque uno de ellos seguro que no era, porque pertenecía al mismo San Martín, por lo tanto la respuesta estaba entre 5 opciones.

 

Es decir, la primera coincidencia fue que mi señora apareció en la cocina en ese instante y me recalcó lo del sorteo: Si yo no hubiese apagado la radio, tampoco hubiese prestado atención a lo del sorteo del cachorro.

 

Mientras que la segunda coincidencia fue que prendí la radio en el momento preciso; si hubiese sido un segundo más tarde no hubiera escuchado la pregunta que había que responder, ni el teléfono de la radio al cual debía llamar.

 

Cuando escuché la pregunta me pareció que la respuesta era Domingo Faustino Sarmiento, e inmediatamente tomé el teléfono y marqué el número de la radio.

 

Mi llamada era la segunda (había sido atendido por el conmutador y estaba en espera), mientras que la primer llamada correspondía a un chico que ya estaba hablando al aire (su respuesta sería equivocada).

 

Al llamar, yo pensaba que sería atendido por la producción sólo para dejar los datos y la respuesta y no que saldría directamente al aire, entonces me dio vergüenza (si lo hubiese sabido con más anticipación habría estado preparado) y corté.

 

Cuando corté, al mismo tiempo se escuchaba por la radio que la comunicación que estaba en espera (la mía) se cortaba. Ahí me tranquilicé y volví a marcar el número de la radio, pero ya con la intención de llevarle el teléfono a mi esposa para que fuera ella quien hablara (después de todo había sido su idea); sin embargo ahora me daba ocupado.

 

Seguiría intentando, mientras otros lograban comunicarse (ya habían respondido y en forma incorrecta 3 oyentes).

 

Es decir, quedaban sólo dos opciones entre las cuales estaba la respuesta correcta (nadie había nombrado todavía a Sarmiento, que era la opción elegida por mí).

 

Cuando nuevamente logro comunicarme y mí llamada queda en espera, llevo rápidamente el teléfono a mí esposa (seguía en el baño secándose el cabello) y le digo:

 

Es por el concurso, contesta Sarmiento” (Sin saber ella cuál era la pregunta, recién en los siguientes segundos le diría muy por arriba cuál era).

 

Mientras esto sucede (yo había vuelto corriendo a la cocina para seguir escuchando la radio), la cuarta oyente sale al aire y responde Sarmiento y ante esto yo mismo me dije: “Me jodió, me ganó de mano justo cuando me iba a tocar a mí”.

 

Sin embargo Sarmiento era también una respuesta equivocada (tercera coincidencia). A continuación fui rápido hasta el comedor, a mitad de camino entre la cocina y el baño y desde ahí le iba diciendo a mi esposa que Sarmiento no era.

 

Mientras le decía eso, metí la mano en mi bolsillo (hasta ese momento no lo había hecho) y busqué un billete de dos pesos (ya habían dicho el nombre de los próceres de todos los demás billetes), pero o casualidad, ese día tenía justamente en el bolsillo un billete de cada denominación, pero me faltaba uno del bendito 2 pesos.

 

A mi esposa la tenían en espera y me decía: ¿Si no es Sarmiento qué digo?. Yo que ya les había preguntado también a mis hijos si tenían guardado algún billete de 2 pesos (ninguno lo tenía), le iba diciendo a mi señora, respondé Moreno (era el único nombre que me venía a la mente como opción), aunque no me suena que sea el del billete le decía.

 

Mi esposa me apuraba a que le diera la respuesta correcta (incluso, la co-conductora del programa, ya la había atendido fuera del aire diciéndole que a continuación el conductor le hablaría).

 

A diferencia de los otros oyentes que contestaron casi inmediatamente luego de comunicarse, en el caso de mi esposa ese “tiempo de espera” se extendió, porque Carlos Guiridlianestaba hablando sobre las características del perro schnauzer. (Aquí se produce la cuarta coincidencia, donde esa extensión de tiempo me permitió buscar ese billete de dos pesos).

 

Y entonces en ese momento ocurrió; yo hacía dos días que cuando pasaba frente al mueble del comedor, veía un rollito de dinero que mi esposa se lo había sacado de la campera y luego dejado ahí.

 

Cada vez que lo veía me decía: “Le voy a decir que guarde ese dinero en la billetera”, sin embargo me olvidaba y nunca se lo decía.

 

Y justamente cuando estaba buscando desesperadamente un billete de dos pesos, me acordé de ese rollito de plata que me había estado esperando ahí durante esos dos días (quinta coincidencia); fui hasta el mueble, lo tomé (del lado de afuera había un billete de 20 pesos) lo desenrollé y adentro estaba el billete más pequeño de dos pesos, pero que en ese momento me pareció el billete más grande de todos.

 

Ahí estaba la respuesta. Mientras mi esposa que tapaba el teléfono con una mano, me decía: “Ya voy a salir al aire ¿qué digo, Moreno?”, ¡nooo! (le contesto), no es Moreno, es ¡Mitre, Bartolomé Mitre!

 

Y a continuación en ese preciso instante, Carlos Guiridlianla pone al aire y luego de que mi esposa le contestara cuál era su nombre, responde: Bartolomé Mitre y del otro lado Carlos dice:

 

Respuesta correcta, felicitaciones, te has ganado un cachorro schnauzer”.

 

Mientras a mi señora le temblaban las piernas de la emoción, yo que había vuelto a la cocina para seguir escuchando la radio, al ver que habíamos ganado, empecé a caminar de un lado al otro de la cocina; la emoción no me permitía quedarme quieto.

 

Quien conoce bien la Ley de la Atracción, sabe que las cosas no se consiguen por ser más inteligente o tener más conocimientos culturales que otro; se logran por saber pedir (orar) correctamente.

 

Todas las cosas que logramos en nuestra vida (la gran mayoría inconscientemente) las recibimos como regalos de Dios y no de la capacidad que creamos tener; pero en esta ocasión yo sabía conscientemente que ese cachorrito hermoso (lo llamaríamos Trébol) nos lo había enviado Dios.

 

A continuación verán la foto del día en que lo fuimos a buscar a Trébol al criadero (había nacido el 24 de mayo de 2011, y ese día tenía 35 días de vida):

Siguiendo con el análisis, en base al denominador común que había encontrado en los dos últimos deseos obtenidos (la pelota de básquet y la camiseta de Carlos Daniel Mata), yo me decía (por ese domingo): “¡Hoy a la mañana no tuve ninguna serie de tres pensamientos negativos iguales!”; que son necesarios (luego de transformarlos en positivos, de acuerdo a mi nueva hipótesis), como parte del proceso de cumplimiento de nuestros pedidos; entonces me pregunté, ¿Si yo no fui, quién?

 

Ahí le consulté a mi señora y ella me respondió que ese día había estado luchando toda la mañana con un mismo pensamiento negativo que la invadía reiterativamente (una molestia en la dentadura). Ahí me di cuenta que el denominador común había estado presente nuevamente.

 

Ese deseo se le había cumplido a mi esposa y el Universo me había utilizado a mí sólo como la herramienta para conseguirlo.

 

Ahora, ¿por qué Dios me hizo bailar esa mañana corriendo de aquí para allá?, podría sencillamente haber hecho que en la primer llamada que hice me atendieran y haberme puesto en la mente la respuesta correcta (suponiendo que fue el cumplimiento sólo de mi esposa, tal vez esa mañana convertí tres pensamientos negativos iguales en sus opuestos positivos y no me di cuenta).

 

Pero considero que Dios lo hizo así para demostrarme que no importa cuán difícil sea nuestro deseo, no importa si hay otros adelante nuestro más cerca de la meta, si somos perseverantes y hacemos las cosas correctas de acuerdo a esta Ley (lo que dice la Biblia en forma encubierta), el Universo sólo se encargará de ponernos en primer lugar.

 

En toda esa corrida que tuve esa mañana de distintas formas Dios me demostró que:

 

Con fe, se puede

Con perseverancia, se puede

Con paciencia, se puede

Con humildad, se puede (gané con el billete de menor denominación)

 

En esta “competencia” por ganar el perro, llegué en último lugar, sin embargo me quedé con el primer puesto.

 

Es decir, de la misma manera que cuando dejé plasmado las probabilidades que un chico (en este caso mi hijo) tiene de ganar dos veces consecutivas un sorteo al ir a ver a su equipo de básquetbol, es de una posibilidad en un millón (y no se si no me quedo corto); esto implica que (dejando el poco valor económico de lo que se gana) lo importante es el resultado a que se llega y que este no depende de la “suerte”, sino de pedir los deseos correctamente.

 

Siendo mí intención, como lo vengo plasmando a lo largo de estos dos años de investigación, descifrar cuál es el proceso que debemos seguir conscientemente para lograr dicho objetivo.

 

Ahora en referencia a lo anterior, luego de ocurrido todo ello, volví a analizar estos últimos tres deseos concretados y habiendo visto lo que me sucedió en cada uno de ellos, me hice la siguiente pregunta (qué fue primero el huevo o la gallina): ¿En este proceso qué viene primero, la solicitud del deseo, o convertir los tres pensamientos negativos en positivos? (Me acordaba que con la remera había convertido los tres pensamientos y a lo último había solicitado el deseo).

 

Sin embargo me percaté, que en los tres casos había hecho lo que denomino efecto capicúa o debería ser más preciso y decir “el proceso Alfa y Omega”. A tal efecto cito el Apocalipsis en 22,13:

 

13- Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin.

 

Al estudiar lo que hizo mi esposa o yo en los tres deseos, vi que todo se iniciaba con la solicitud del deseo, luego la conversión de los tres pensamientos negativos y al final nuevamente la solicitud del deseo. Recordemos:

 

1º Deseo: Visualizo a mi hijo ganándose algo en el partido de básquet (es una forma indirecta de solicitar un deseo); luego transformo los tres pensamientos negativos (no debo ir en auto al estadio) y por último solicito a Dios que mi hijo se gane lo que estaban sorteando (en ese momento lo ignoraba, vean el artículo titulado Nº76-“¡Vamos Peñarol!”). Resultado: Mi hijo se gana una pelota profesional nueva de básquet.

 

2º Deseo:Sabiendo que el día siguiente mi hijo tenía posibilidades de ir al club Peñarol, como festejo de la obtención del último Campeonato de la Liga Nacional de básquetbol, yo no recuerdo bien, pero pensé que si él iría seguramente ganaría algo (solicitud del deseo); luego el día del sorteo me vienen tres pensamientos negativos que los transformo en positivos (es peligroso que mi hijo vaya ese día al club) y después de dejarlos en el club solicito nuevamente el deseo. Resultado: Mi hijo se gana la camiseta profesional (la sudadera) de básquet Nº 6 usada por Marcos Daniel Mata.

 

3º Deseo:Mi esposa al querer escuchar la radio sabiendo del sorteo del perro, estaba materializando la solicitud de su deseo; luego tiene y convierte sus tres pensamientos negativos (la molestia en la dentadura) y concluyendo, cuando viene a la cocina y me expresa: “¡Así no nos vamos a ganar el perro!”, siendo esta la forma de plasmar al Universo nuevamente su deseo. Resultado: Mi esposa se gana un cachorrito raza schnauzer.

 

Ahora con este efecto capicúa, descubrí también que este no es todo el proceso, hay algo más que precede al mismo, pero de ello hablaré en el próximo artículo.

 

A partir de ahora y de aquí en adelante la verdad de la “Palabra” empieza a develarse, el que quiera entender que entienda.

 

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.

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