90) LEY DE LA ATRACCION - ¿Y ahora, qué?

En estos dos años que vengo investigando sobre la ley de la atracción, sentía como ir subiendo una montaña, donde veía la cima pero no sabía cuándo llegaría. El camino era escarpado, a veces con más dificultades, pero siempre las superaba y seguía avanzando.

 

Sin embargo ahora que descubrí lo que ya presentía, al terminar de leer cada libro nuevo de otro autor que llegaba a mis manos (indicado en el anterior artículo de que ningún autor sabe conscientemente cómo hacer cumplir nuestros deseos), me encuentro de golpe sobre ese camino de subir la montaña, con un paredón que me obstaculiza el perseguir mi meta.

 

Ese paredón que me desanima es lo que cada tanto ocurre, que es la ley del péndulo y de la cual ya he hablado hace tiempo y que forma parte del “principio del ritmo” (Kybalion), donde pasamos de un extremo positivo a otro negativo.

 

Pero este es más que un simple paredón, porque yo sabiendo que me faltaba mucho por aprender, seguía avanzando sabiendo que otros ya lo habían logrado. Pero al encontrarme con esa verdad de que el resto estaba en realidad en el mismo camino que yo, vi que más que maestros eran compañeros de estudio.

 

Entonces lo anterior me desanimó, porque una cosa es luchar sabiendo que otros están delante de ti mostrándote el camino y otra cosa es que de golpe te encuentras que ellos están estancados ante el mismo paredón (aunque por la forma de escribir y hablar pareciera que están en la cima de la montaña).

 

Y ahí es donde me pregunté ¿y ahora qué?, ¿me debo rendir ante este nuevo gran obstáculo?.

 

Obviamente que no, porque el que esté ese paredón no significa que el camino haya desaparecido, el camino sigue estando ahí, sólo que debo pegar un mayor salto, o tal vez deba esquivarlo realizando un rodeo más amplio; o quién sabe, quizás hasta ese paredón tenga una puerta para abrir de la cual su picaporte no se ve a simple vista.

 

Así que me dije, ¿cómo prosigo?.

 

En uno de mis primeros artículos (¿Cuál es la fórmula qué funciona?) planteé realizarse la pregunta: ¿Piensa qué fue lo que hiciste bien en dichos momentos?.

 

Y esa es la pregunta que yo mismo me tengo que hacer, sobre las experiencias que relato en los distintos artículos que cité en el último post.

 

De los cuales volveré a la carga sobre el titulado "Nº 76 - ¡Vamos Peñarol!".

 

En dicho artículo relato cómo se me cumplió un deseo en forma inmediata, en el preciso momento en que lo pedí.

 

Es decir, ese deseo que se me concedió en ese estadio de básquet, es desde que aplico la ley de la atracción, el que se efectivizó en forma inmediata; y en relación a esto trascribo un párrafo de ese artículo:

 

Y lo más destacado es que cuando pronuncié mi deseo, en ese momento ni me acordé de la ley de la atracción, no pronuncié Yo Soy, no agradecí por anticipado, (salvo que dos horas antes del partido, sin acordarme tampoco de la ley de la atracción, visualicé a mi hijo ganándose un premio pero de una forma totalmente diferente a la que resultó).”

 

Vean al compararlo con las otras ocasiones en que cito deseos que se me cumplieron (ver el artículo titulado “Nº 89 - Wallace, ¿Qué te pasó?”), como este deseo fue el que empleando conscientemente menos herramientas de la ley de la atracción, me dio resultados positivos con mayor rapidez que los otros.

 

Ello a parte de preguntarme continuamente ¿qué fue lo que hice bien esa noche para obtener resultados tan positivos?; así fue que empecé a confrontar las otras experiencias donde “creía” más claramente que había obtenido lo que quería, porque inconscientemente había trabajado en equipo (en esos casos) con mi esposa.

 

Todo esto me hizo volver a auto interrogarme sin dar por hecho anteriores hipótesis que me planteé, donde me decía: “todo lo logramos consciente o inconscientemente con la ayuda del espíritu de otra persona”.

 

Entonces ahora me pregunto ¿será correcta esa hipótesis que planteé con anterioridad?.

 

¿No será qué efectivamente los deseos se nos cumplen individualmente y que cuando coinciden dos o más personas en el mismo objetivo, lo que pasa en realidad es que individualmente cada uno supo hacer lo correcto, independientemente de pedirlo en conjunto.?

 

Y todo esto viene a cuento de cuestionar la expresión literal de los versículos de la Biblia, según lo expresado por Jesús en elEvangelio según San Mateo en 18,19-20:

 

19- “Asimismo yo les digo: si en la tierra dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir alguna cosa, mi Padre Celestial se lo concederá.

 

20- Pues donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.”

 

Ahora veamos lo siguiente; en el artículo titulado “Nº 73 - El experimento”, esgrimo la siguiente hipótesis respecto a los versículos aquí citados y que transcribo por medio de los siguientes dos párrafos:

 

Y esos dos versículos es una de las claves fundamentales: En el mismo Cristo nos dice (interpretación mediante) que él estará presente enviándonos esos pensamientos positivos necesarios para concretar los demás pasos, en la medida de que por lo menos dos de nosotros nos unamos en ese objetivo común.”

 

Yo interpreto que cuando dice que “dos de ustedes se ponen de acuerdo”, no se está refiriendo a las personas físicas, sino al espíritu de cada uno.”

 

A continuación voy a profundizar dicho análisis y a plantear otra hipótesis (recuerden que estoy investigando y no doy por hecho nada, ni siquiera lo que yo mismo planteo).

 

Para ello voy a comenzar con el versículo 20 indicado más arriba. Ahí vemos que Cristo nos dice “donde están dos o tres reunidos”.

 

Es decir, no está diciendo dos o más; específicamente pone un límite máximo de tres. Y eso me hizo replantear todo, y me pregunté:

 

¿No será que Cristo se está refiriendo a las tres partes que componen la mente humana enunciada según la metafísica?

 

Y luego en relación con esto mismo me puse desde esta nueva perspectiva a analizar el anterior versículo (19); y ahí me dije respecto a la expresión de Cristo de “dos de ustedes se ponen de acuerdo”, ¿Él no se habrá referido a la mente consciente y la mente subconsciente?

 

Con lo cual ahí desaparecía la contradicción que se me producía entre las personas que lograban solas sus deseos, respecto de las que lo conseguían trabajando en equipo.

 

Porque después de todo no puede ser que haya dos formas de aplicar la ley de la atracción. El método tiene que ser uno sólo independientemente de que sea una, o más personas que deseen algo en particular.

 

Así que luego de realizar este nuevo análisis, puedo decir de acuerdo a mi nueva interpretación, que en esa frase que usó Cristo:

 

si en la tierra dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir alguna cosa, mi Padre Celestial se lo concederá

 

Es la manera de decirnos que cuando la mente consciente se comunica (se pone de acuerdo) con la mente subconsciente (el Espíritu Santo), la mente superior (El Padre Celestial) concederá el pedido realizado.

 

Con lo cual se recalca lo que siempre se dice; todo depende de nosotros y no de los demás, en todo caso si nosotros ayudamos más a los demás sin buscar retribución del prójimo, obtendremos el bien de parte de otros, pero lo esencial es que “todo depende exclusivamente de nosotros”.

 

Ahora ustedes me dirán: Pero eso es lo que ya sabemos y que dicen todos los autores, que lo importante es lograr la comunicación con el subconsciente, que es el encargado de trasmitir nuestro pedido.

 

Pero la diferencia en cuanto a lo que planteo, es que yo baso mi investigación en la premisa de que la Biblia contiene todas las instrucciones para aplicar correctamente la Ley de la Atracción.

 

Por lo tanto si pude traducir correctamente (suponiendo que esto es una certeza) estos dos versículos, debe haber también otros versículos que explican cómo lograr esa comunicación de la que hablo más arriba.

 

Al principio me decía ¿qué fue lo que hice bien esa noche para obtener resultados tan positivos?, pero ahora también me pregunto: ¿Dónde se encontrarán esos versículos, que a simple vista no me doy cuenta que contienen la información que estoy buscando?

 

Y respecto a ese paredón que comenté al inicio de este artículo, en ese momento me sentía inmovilizado ante el mismo y ahora concluyendo el presente, ya me veo escalándolo para lograr superarlo cuando las enseñanzas que me faltan vengan a mí.


A partir de ahora y de aquí en adelante la verdad de la “Palabra” empieza a develarse, el que quiera entender que entienda.

 

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.

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