29) LEY DE LA ATRACCION - El desapego

Yo soy un estudiante de le Ley de la Atracción y como tal voy trasmitiendo sus conceptos, en la medida que leyendo a otros autores, voy verificando con mis propias experiencias la verdad de sus preceptos. Tratando con mis propias palabras de clarificar y dar ejemplos prácticos de su funcionamiento, de lo contrario sería repetir como loro los que otros dicen.

 

Y en el caso del desapego hasta ahora no había podido todavía comprender su real significado.

 

El desapego es el último paso en el procedimiento mágico de la Ley de la Atracción. Implica que una vez que hayamos pedido al Universo nuestro deseo, nos desentendamos de él y dejemos de pensar en el mismo en la confianza de que se realizará.

 

Ahora, como le sucede a la mayoría y yo no fui la excepción, su concepto era contradictorio. Porque por un lado se nos dice que debemos pedir por ese deseo, pensar constantemente en el mismo con emoción, dibujarlo, escribirlo, hacer afirmaciones, etc, etc, etc.. Y por otro lado se nos trasmite que debemos olvidarnos del mismo deseo.

 

Pues ahora que lo entiendo debo decirles que las dos cosas son ciertas y no se contradicen.

 

Es decir al principio debemos ser perseverantes y estar encima de nuestro deseo de las formas que enumeré más arriba, pero llegado a un punto debemos ejercer el desapego, pero para que éste funcione debemos entender su real significado.

 

Cuando uno dice que se desapega de un hecho o acción, lo que se está expresando no es que uno se olvida o se lo borra de la mente porque sí, lo que se quiere transmitir es que llegado ese momento uno como creyente se olvida de ese deseo dejándolo en manos de Dios, es decir ejercemos nuestra Fe en la confianza de hierro de que Dios se encargará de su cumplimiento.

 

O sea que, al emplear el desapego estamos dejando de lado el temor de no conseguirlo, reemplazándolo por la Fe, Fe en que Dios cumplirá con lo que pedimos y si no lo hace, no nos desanimaremos, porque sabremos que nos estará procurando un premio mayor al que habíamos solicitado.

 

Y lo anterior lo comprendí hace dos semanas con el relato de la siguiente vivencia:

 

Hace dos años que no me tomo vacaciones con mi familia, a causa de que el auto que tenía, modelo 98, cuando no era una pavada era otra y cada tanto me dejaba en la calle (la que se solucionaba rápido, pero perdía el día llevándolo al electricista o mecánico).

 

Entonces no podía salir a la ruta, porque el auto no me brindaba la confianza de que respondiese sin dejarme varado en plenas vacaciones.

 

Así fue que empecé a buscar un 0 KM por Internet, mirando de acuerdo al rango de inversión que quería hacer en las Web de distintas marcas, hasta que me decidí por dos modelos de distintas fábricas.

 

Luego fui a ambas concesionarias para ver en detalle los autos y el último precio que me daban por cada uno de ellos y me decidí por uno. La operación la debía realizar rápido, si no perdía la bonificación que ofrecían por ventas de fin de año.

 

Así que me decidí y publiqué un aviso en una revista que salía el domingo 27 de diciembre de 2009. Aviso que yo no podía atender hasta el lunes, porque había puesto el teléfono de mi oficina.

 

Ante esto yo tenía una disyuntiva: Si no quería perder la bonificación de $ 2.000, tenía que malvender el auto en $ 5.000 menos del valor que yo consideraba que era el justo y que era lo que me descontaban las concesionarias si me lo tomaban en parte de pago, o en su defecto pedir a algún Banco dinero prestado hasta que vendiera el auto.

 

Entonces ahí aprendí lo que es aplicar el desapego. Ese mismo domingo cuando fui a disfrutar un día de playa y nos bajamos del auto me dije (sin saber que podía ocurrir el lunes cuando fuese a mi oficina), si pido un préstamo voy a estar demostrando temor al cumplimiento de mi deseo (vender rápido el auto), entonces despreocupándome dejé con Fe su decisión a Dios.

 

Al día siguiente (lunes 28) me llamó a la mañana por el aviso una sola persona, la que a la tarde se apareció con su mecánico de confianza.

 

Miraron el auto con los detalles de chapa y pintura a la vista, escucharon el ruido del motor (sonaba silencioso aun siendo gasolero, porque le había hecho el motor hacía dos años) y sin hacerlo rodar ni revisar nada más decidieron comprarlo.

 

Incluso les hice ver antes porque no se habían dado cuenta, que tenían que hacerle el embriague y que la calefacción no andaba porque probablemente tenía pinchado el radiador (es decir, en vez de mostrarles las bondades les detallé los defectos, porque con la ley de la atracción si queremos que nos responda bien, no podemos andar engañando a la gente).

 

Así fue que al otro día (martes 29 de diciembre de 2009, antes de fin de año como era mi deseo) le estaba vendiendo a este hombre el auto, entregándole el mismo contra el pago total, brindándome su total confianza, ya que no revisó si el número de motor se correspondía con el título de dominio, ni ninguna de las verificaciones que se hacen para descartar una estafa.

 

Es decir la única persona que vino me compró el auto en el valor que yo quería y en un sólo día ya tenía todo el dinero cobrado.

 

Hoy 12 de enero de 2010 me entregaron mi primer auto 0 KM.

 

Si bien el dinero con el que lo compré no me cayó del cielo, sino que fue el resultado de arduos años de ahorro (productos de una mente competitiva), sí pude vender mi anterior auto en un sólo día, al aprender cómo se aplica el desapego (producto esto sí, de una mente creativa).

 

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga. 

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