Este es uno de esos artículos que uno nunca quiere llegar a escribir. Sin embargo hoy me comunicaron que uno de mis mejores amigos, ayer 9 de diciembre de 2009, encontró la muerte en un accidente automovilístico.
Algunos dirán: ¿No es que con la ley de la atracción siempre hay que hablar de cosas positivas y dejar de lado las negativas o tristes?
Pues hay que saber diferenciar, porque una cosa es vivir hablando sobre temas negativos y tener una mentalidad autodestructiva, y otra cosa diferente es enfrentar los acontecimientos tristes que la vida nos pone diariamente. Algunos sin mucha importancia y otros de mayor dolor.
Mi amigo no era sólo un amigo, era una de esas personas a la que admiraba, aún cuando yo no conocía sobre la ley de la atracción, porque mientras estudiábamos en la facultad, él emprendió casi solo una empresa que en pocos años se convirtió en la más importante en su rubro en Mar del Plata y en el sur de la Argentina.
Él era una persona que siempre se ponía metas y seguía hasta conseguir su concreción. Comenzó con poner dos locales en Mar del Plata y luego otros en el sur del país, siempre trabajando, siempre buscando cómo progresar más.
Para conseguir mejores precios viajaba personalmente para comprar mercadería a Bs. As., a Europa y hasta China, para poder competir mejor; aun cuando no sabía otros idiomas nunca se achicaba, él sabía que lo podía lograr y seguía para adelante. Siempre buscando nuevas metas que cumplir.
Y ese 9 de diciembre de 2009 él se encontró cumpliendo su última meta en la vida, mientras se dirigía hacia uno de sus locales en el sur. Atrás dejaba a su esposa y sus cuatro hijos menores de edad.
Pero en mi ser interior sé que Dios tiene en la Tierra hombres que son soldados de Él, algunos son conscientes de ello, otros no. Mi amigo creo que era de estos segundos.
Y llegó ese día que Dios le dijo: Te necesito en otro frente de batalla. Y seguramente él le contestó: estoy a tus órdenes.
Este debe ser mi artículo más corto, como la vida misma, cuando nos fijamos siempre en el mañana y nos olvidamos de vivir el hoy y de disfrutar cada cosa que pasa por delante de nosotros por más insignificante que sea.
Por eso cuando una persona buena se va, uno sabe en el corazón que después de la muerte hay más vida............chau Eduardo, que Dios te bendiga.
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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.
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